Nuevamente rescato del Baúl de los Recuerdos estas letras que dediqué en su día a alguien a quien llamé la atención sin querer, y después se la llamé más, obviamente y porque la vida es así de caprichosa. Debía yo tener 15 o 16 años, y no recuerdo si en aquel entonces estudiaba en el instituto a Francisco de Quevedo, por su sátira lo digo, el caso es que ordené estas letras procurando ser rechazado, de ahí Crueldad Adolescente… y este fue el resultado:
Tu sonrisa,
De oreja a oreja,
No parece de una cría
Sino de una vieja.
Y tus dientes…
¡Pero qué digo!
¡Si no tienes…!
¿Alguna vez los has visto?
¡Qué piel más “persa”!
Parece una alfombra
Que nunca estuvo recta
Haciendo solo sombras.
¿Y ese Lunar?
Nunca mejor dicho…
¿Lo vas a operar?
Parece un bicho.
¿Qué tienes sobre los ojos?
¡Ah, si son pestañas!
Parecen los rastrojos
Como los de las guadañas.
Molan tus cejas,
Parecen hilo de cobre…
¡Ah!¿por qué me pegas?
Vaya, perdona, miraba tu bigote.
¿Y esa nariz?
¿Dónde la metes
Que parece la fuerza motriz
De la cisterna del retrete?